De soldados y guerreras


Xena(Dedicado a mi querida amiga E.H. con todo mi afecto y la máxima admiración)

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En una reciente entrevista, que publico al final, el gran Fernando Savater, a propósito de la lucha contra el franquismo primero y contra ETA después, establecía una interesante distinción entre los soldados y los guerreros (escuchar a partir del minuto 13):

«Hay una diferencia entre los soldados y los guerreros. Los soldados aman la victoria. Los guerreros amamos la batalla. Y a mí me gusta luchar. Yo he intervenido, lo mismo que en la época del franquismo intervine […] y en la época del terrorismo etarra, con todos sus dolores y sus sufrimientos y sus limitaciones, yo he sentido que podía hacer algo por mi país y que podía hacer algo por los demás, y eso es me parece que es vivificante.«

Alguno ha habido que, quizá influido por esa sabiduría oriental de sección de librería de grandes almacenes, ha opinado que Savater estaba haciendo una referencia al bushido, el código de los samurais. Tampoco han faltado las inevitables referencias a Sun Tzu y su «Arte de la Guerra», que yo creo que sus editores deben de pagar comisión por ello, que si no no me lo explico.

Por mi parte, mesetario como soy, y permitiéndome como máximo alguna que otra excursión por la Wikipedia, creo que entendí perfectamente el sentido de la frase de Savater, sin acudir a exóticas fuentes de sabiduría. Y es que un soldado es aquel que cobra un salario (una «soldada» precisamente) por hacer la guerra, o incluso por no hacerla, en defensa de un país determinado. Aunque no siempre por un país, también los hay que se alistan en ejército privados, o bien en ejércitos no oficiales, y se les conoce más habitualmente como mercenarios. Y un guerrero, evidentemente, es quien hace la guerra, no necesariamente a cuenta de otros y en muchas ocasiones por voluntad y motivos propios.

El soldado puede serlo por afición, desde luego, pero muy habitualmente lo será por necesidad, para ganarse la vida. Para ello deberá obedecer las órdenes que le vienen de arriba, sin cuestionar en ningún caso la compleja escala jerárquica de los ejércitos. Su paga puede consistir en un salario fijo o, como muy habitualmente ha ocurrido a lo largo de la Historia, una parte proporcional del botín conquistado al enemigo. El soldado vive del sueldo y del saqueo.

El guerrero sólo puede serlo por convicción, y puede estar integrado en un ejército, en un grupo menor, e incluso ir por libre. Algunos guerreros son ejércitos de un solo hombre. O de una sola mujer. Su mejor paga es el propio hecho de combatir por aquello en lo que cree, tanto si gana como si no. Aunque, desde luego, no desdeña la victoria, y no por las ganancias materiales que le pueda acarrear.

Y así, en toda organización hay soldados, pero no necesariamente hay guerreros. Se distingue a los primeros por su acatamiento ciego de las órdenes de los superiores y por su aplicación acrítica de las tácticas (que no estrategias, que eso es para el Alto Mando) que se les transmiten. Si hay que atacar al enemigo en determinada posición, se ataca sin dudar, con espadas, fusiles, bayonetas o a picotazos, si hace falta. Y si hay que defender la propia, por muy indefendible que les pueda parecer y por muchas bajas propias que puedan producirse, pues se defiende. Ya llegará esa recompensa en forma de sueldo o de botín.

Los guerreros, en cambio, saben cuáles tácticas, e incluso cuáles estrategias, son válidas y cuáles no, aunque no dispongan de toda la información. Y lo saben porque siguen a sus convicciones, a su inteligencia, a su instinto, a su corazón. Porque no luchan por lo que no creen y porque no se les puede hacer creer cualquier cosa. Porque, como guerreros y guerreras, saben muy bien que no todo es lícito en la guerra. Porque saben respetarse a sí mismos y al adversario. Y porque saben que la guerra puede y debe ser noble.

En todas las organizaciones hay soldados, ciertamente, y es inevitable que los haya. Pero una organización sin guerreros es una organización sin alma y sin coraje. Sin guerreros y guerreras la lucha es sólo fría y hasta sucia competición, y el triunfo no es honorable.

Mantengamos pues a los guerreros y a las guerreras en nuestras organizaciones políticas, apoyemos sus acciones y démosles todo el reconocimiento y el honor que se merecen si no queremos que esas organizaciones degeneren hasta convertirse en meras agencias de colocación de trepas, cobardes y mediocres.

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18 respuestas a De soldados y guerreras

  1. Carlos Yebra Matiaci dijo:

    Me declaro abiertamente guerrero y no soldado, lo cual me lleva ocasionando problemas a lo largo de mi vida. Desgraciadamente pelear por lo justo, por los derechos de todos y todas, por defender la legalidad vigente, no suele ser apreciado e incluso se llega a percibir como una amenaza, razón por la cual he sido expulsado en más de una ocasión de empresas en donde trabajaba, o de organizaciones que supuestamente defendían ideales democráticos, cuando no he sido yo mismo el que he abandonado esas organizaciones o empresas, harto de luchar contra lo imposible y ante la pasividad de la inmensa mayoría, que no son soldados ni guerreros.

  2. Puri Martins dijo:

    Buen articulo, sí señor…ser guerrero nunca será ser soldado, un guerrero sabe entender el milagro de la vida, y lucha hasta el final por algo en lo que cree. Un saludo, guerrero…

  3. Aurora Sotos dijo:

    ¡Emocionante!. Sólo decir, que me uno al apoyo y al afecto, como una guerrera más.

  4. chemalarrea dijo:

    Porque no todo vale. Porque el fin no justifica cualquier medio. Yo soy guerrero (y mientras tenga aliento daré guerra por los valores en los que creo)

  5. José Manuel Ferradas dijo:

    Aquiles versus Hector. Dos formas de hacer la guerra.
    Lo primordial de una batalla no es alcanzar el Olimpo. Lo importante es participar en ella con la convicción de hacer justicia. Quien pelea por salario puede obtener posición y riqueza pero nunca alcanzará el honor. Siempre será moneda de cambio pues su tasa y su valor se fijan el mercado de lo servil.
    Aquiles versus Hector. Dos formas de hacer política.

  6. csantosr dijo:

    Magnífico artículo, Alex.

    Doy fe de todo lo dicho por Carlos y últimamente de las consecuencias que efectivamente le acarrea su honestidad de guerrero, siendo atacado como un peligro, cuando cualquiera con dos dedos de frente vería la valía de tener cerca un guerrero.

  7. Gracias por el artículo. Es una meta noble ser un guerrero siempre que se busquen nobles fines.
    Pero aporto a la reflexión la opción de los milicianos: ciudadanos normales que en un momento de crisis en el que hay que emplear la fuerza se unen, quizá con más entusiasmo que eficacia, a la guerra por defender sus ideales, su libertad, su familia… En una idea que aprendí de Daniel Ordás, el político suizo que impulsa Reforma 13. Al principio no lo entendía muy bien, pero después me ha entusiasmado lo de ser político miliciano. Por si alguien quiere leer lo que escribí:
    http://pedrolarrauricandidatoupydvigo.blogspot.com.es/2013/03/soy-un-politico-miliciano-daniel-ordas.html

  8. Buenas, Alejandro.

    Me he permitido elaborar un comentario a tu argumentación. Es bastante largo, por lo que considero que merece un sitio propio en mi Tumblr en lugar de secuestrar la longitud de tu web:

    Un saludo.

    • alexroa dijo:

      Muchas gracias, seas quien seas. Ya he leído tu artículo y me parece muy enriquecedor. Dices que «Si el guerrero no soldado no tiene realmente los mismos ideales que la organización por la que lucha, tarde o temprano aparecerá un conflicto de intereses». A lo que respondo que si el el guerrero comparte inicialmente los mismos ideales que la organización por la que lucha y la dirección de ésta se desvía de los ideales, es cuando surge el conflicto. Un conflicto que no sufren los soldados, para quienes organización y dirección son todo uno y lo mismo y que pueden considerar esos ideales tan solo como una cuestión secundaria. Un saludo y gracias por tu interés.

  9. De soldados, guerrer@s, paramilitares, carniceros y golpistas, pasando por razonamientos inválidos.

    El porqué se hacen las cosas es algo importante, el cómo también. Si alguien reflexiona sobre los motivos que inducen a trabajar dentro de un determinado colectivo esa reflexión no puede ser contrarrestada hablando de cómo lo hacen. La diferencia que establece Alex es por la causa que mueve a cada uno, la que establece Judas es por la forma en que se consiguen los objetivos que, teóricamente, completan la causa.
    Al margen de esa diferencia, que me parece fundamental, no comparto la definición de paramilitar establecida, el paramilitar (semejante a militar) no es el que utiliza métodos propios fuera de lo definido por la cadena de mando, aunque puede hacerlo pero será solamente indisciplinado. El paramilitar es el que pertenece a una organización no militar con una estructura semejante a la militar, a veces paralela. Y no es necesariamente un carnicero, aunque puede serlo, pero no será por su condición de paramilitar. Esa asociación es zafia, máxime cuando además se adereza con el “dialéctico”, porque busca asociar la actitud de alguien que expresa su opinión con la idea de un paramilitar carnicero, es decir, un asesino (dialéctico, eso sí) organizado, eso no es una velada acusación, sino un triste reflejo del objetivo que persigue quien así se manifiesta. Y no digamos ya de la derivación golpista, que infiere no ya una escondida intención del carnicero, sino la abyecta idea del asalto al poder por la fuerza, es decir que ese guerrero idealizado que defiende Alex no tiene otro objetivo ni lucha por otra causa que el poder…

  10. Y eso a pesar de que el texto de Alex me parece una versión quizá demasiado poética y simplista del problema, pero una poesía no creo que haga ningún mal y, como creo que su fondo es veraz y «la verdad jamás daña a una causa que es justa» (M.G.), pues lo aplaudo. (Por cierto, M.G. no es Martínez Gorriarán, es Mahatma Gandhi… 😉

    • alexroa dijo:

      Gracias por tus reflexiones, Tono. Quien de este modo rebate mi, efectivamente poético (no pretendía ser otra cosa), texto, lo hace sin duda motivado por algún tipo de Gloria también.

  11. M.A. dijo:

    Me llama poderosamente la atención la cantidad de similitudes con hechos de la historia que aquí se ven.
    Cuando los miembros de una organización se mantienen fieles al ideario que defienden de puertas para afuera, no hay escisión posible porque, esos carniceros golpistas serán acallados por la contundencia de la verdad y la cohesión. Ahora bien, al igual que pasa en países que venden una falsa paz , pero encubren dictaduras, si el engranaje no es el correcto , sino algo forzado y falso acaba estallando. Entonces los ciudadanos engañados se levantan y son acusados de traidores.Y rápidamente el poder saca sus huestes para aplastar a los que piden las cosas que se les prometió, las cosas que se venden de cara al exterior; y lo hacen sorprendentemente de varias formas: la más sibilina y en la que coinciden todos los que temen perder el trono es intentar desacreditar al que le exige que haga lo correcto, e intentar vender que todo lo que ha hecho es buenísimo y todo era por el bien de ese pueblo.Lo curioso es que acaban dando una publicidad gratuita al rival que, desacreditan por egoísmo.
    Incluso en algunos países se hacen elecciones para vender una falsa democracia a la comunidad internacional, y ganan con resultados aplastantes.
    En fin, que yo no soy de ejércitos sino de causas justas. Y que si se vive en un estado democrático, es con todas las consecuencias y es mediante el poder del voto LIBRE con el que todo ciudadano/miembro de cualquier organización podrá expresar su conformidad o disconformidad. Y es mediante el sistema democrático mediante el cual se pueden ofrecer alternativas . Porque, al fin y al cabo, democracia es poder elegir y ser elegido libremente. Lo demás..en fin , tenemos amplia experiencia en el siglo pasado.

  12. Vaya, no esperaba tanta consideración con un texto que se limitaba a estirar la poética de éste e intentaba diseccionarlo mediante razonamientos en vez de sentimientos. Me alegro de haber abierto un debate. A pesar de ser un anónimo (algunos dirían que «pseudotrol» con el mismo soniquete que otros llaman «neoliberal» al aire), tengo la ventaja de decir claramente lo que quiero decir en vez de esconderlo en acusaciones veladas.

    Lamentablemente, parece que a pesar de ser definida como «enriquecedora» me temo que la respuesta de Álex cae en las mismas falacias que pretendía esclarecer.

    Primero, en la desidia (e incluso desprecio) con la que se califica a los soldados mediante un non sequitur de libro. No por repetir que, para ellos, «organización y dirección son uno» se vuelve esto más verdad, y menos si repetidamente se omite el razonamiento del que se infiere. Tal vez porque no lo hay. Bien, algunos no podemos permitirnos la visceralidad y preferimos cambiar de opinión ante las razones. Obviamente, esta postura no es universal. Curioso. Casi me atrevería a asegurar que hay opiniones ad hoc que mutarían en las contrarias si las circunstancias así lo requiriesen.

    Y segundo, porque las organizaciones, como digo en mi respuesta, tienen cauces de expresión en los que el guerrero puede exponer la «traición» (gruesas palabras) a la que dicha organización (pues, de nuevo como expreso en mi respuesta, no son sino sus miembros los que así lo han decidido) ha sido sometida. Cuando se hace la guerra hacia dentro, cuando el guerrero se arroga la capacidad de sostener que el todo le ha traicionado, uno deja de ser un guerrero y… bueno, me temo que otra vez ya lo expuse en mi citada respuesta. Quizás haya que leerla con más calma, no sé.

    Por mí podemos dejar este intercambio aquí, porque mi objetivo (que era mostrar la falacia del menosprecio al soldado y el ensalzamiento del guerrero per se) está más que conseguido. Eso sí, es poco elegante suponer motivaciones, y por ello yo me cuido mucho de no hacerlo. También es de elogiar la capacidad de algunos de deducir… aquello que no está escondido y es público. Sin duda, demuestra una valía que cualquier organización no puede dejar escapar.

    Un saludo.

    • alexroa dijo:

      Estimado Ishkarioth (¿te puedo llamar Juan Nadie, que es como se llama a los desconocidos?), yo no desprecio a los soldados por el hecho de apreciar más a los guerreros. Ya digo que los soldados son inevitables en todas las organizaciones (está al final del post, más o menos), pero que son los guerreros los que le dan alma a esas organizaciones. Los que no sé si aportan nada son quienes no formando parte de esas organizaciones (¿o sí?) se dedican a ejercer de mercenarios y francotiradores contra los miembros de ellas que levantan un poco la cabeza, no se sabe si en busca de alguna Gloria propia o ajena. Otro saludo.

  13. Paramilitroll dijo:

    Pues vaya un gatillazo de «guerreros». Tanto como les gusta la batalla, y ahora resulta que les dan batalla y se enfadan…
    Plof.

  14. Yolanda Guío dijo:

    Buen artículo Alex. No soy experta en el arte militar, pero he aprendido que la vida nos coloca con frecuencia en un campo de batalla y que es imprescindible ponerse del lado de los “buenos”, es decir, de los que luchan por una vida más digna, donde el respeto al otro y la igualdad de oportunidades son piedras angulares de la vida en sociedad…, donde el objetivo máximo no es otro que la búsqueda constante de la justicia y el máximo ejercicio de la libertad. Y no solo hay que ponerse de su lado, hay que luchar con ellos. Siendo así, estas reflexiones me sirven igual o más aún para hablar del funcionamiento de las organizaciones políticas. Y desde luego que en ellas identifico a soldados y a guerreros, en los términos que señalas, Alex. Una organización política, como cualquier otra, no peligra si deja que todos enriquezcan, si no tiene miedo al sentido creativo de sus miembros, ni a su sentido crítico, y no olvida que el ideario por el que lucha para mejorar su sociedad ha de regir también su funcionamiento interno, porque el fin nunca justifica los medios y porque, como dijo Savater, nuestro mejor guerrero, «en política no se puede llegar a un buen fin con medios malos» (contestando a mis preguntas en un acto sobre “Ética, Política y ciudadanía” http://www.youtube.com/watch?v=EnjN0uCk048 y http://www.envillaviciosadeodon.es/noticias/2012/05/23/7211/savater-en-politica-no-se-puede-llegar-un-buen-fin-con-medios-malos)

    Y no olvidemos que si los soldados son “solo obedientes” la batalla siempre podrá ser injusta, porque se podrán prestar a hacer la guerra a quien no se lo merece y/o por las razones más rastreras, porque el poder ya sabemos que puede corromper, pero sobre todo lo hará cuando se maneja en la impunidad porque no tiene quien le exija responsabilidades o si se le exige no da respuesta justa a ello. Y me vuelve a servir de reflexión Savater, a través de su atrabiliario personaje de Nirvano en Los invitados de la Princesa quien para hablar del peligro de la obediencia a ciegas dice “lo que nos corrompe políticamente no es la pasión de mandar si no el afán de obedecer”. En una organización todos son útiles y necesarios, los guerreros y los soldados, pero es fundamental que se deje cabida a los guerreros, en el sentido dado por Alex, por Savater…, es decir a los que luchan por los mejores valores, no por sentido gregario o interés pecuniario, no con afán de victoria si no con afán de plantar cara a la mediocridad, la hipocresía, la falta de transparencia y el afán desmedido del poder por el poder…, estén donde estén. Porque junto con su afán de justicia tienen el don del coraje, o, al menos, procuran ejercitarlo. Todas las iniquidades pueden triunfar si miramos para otro lado, por eso son tan importantes los buenos guerreros, que no pasan de largo, ni se achican, ante los que las cometen.

    Yolanda Guío

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