¿Nucleares? Sí, gracias (1ª parte) [Y lo de los apellidos]


Dicho así puede parecer una provocación, ¿verdad? Pues en efecto, lo es. ¿Y qué necesidad hay de provocar en un asunto así? Pues para desdramatizar, que buena falta hace. Y es que con la energía nuclear hay mucho mito y mucho drama, pero sobre todo hay mucho tabú, casi como si fuera un asunto de científico locos e incluso cosa del Demonio. O, peor aún, ¡de derechas!

Así que empecemos por quitarnos esa tontería de encima, ese pensamiento tan arraigado en la izquierda española desde los años 70 y 80 de que la izquierda tienen que oponerse a la energía nuclear y apostar exclusivamente por las energías alternativas, o renovables como se dice ahora. Y, consecuentemente, quien no lo haga será automáticamente de derechas. Y no creo exagerar con lo que digo. No hay más que ver a nuestro nunca bien ponderado Presidente del Gobierno cómo se declara antinuclear con la misma alegría con la que presume de rojo y de feminista. Sobre todo presumió de antinuclear el día en que anunció a bombo y platillo el cierre de la central nuclear de Garoña, en Burgos. Pero parece que se le olvidó hacerlo cuando el Gobierno prorrogó por diez años la actividad de la doble central de Almaraz, en Cáceres.

¿Y por qué un Gobierno que incluía en su programa el cierre de todas las centrales nucleares una vez terminado su ciclo de vida, sin dar opción a prorrogarlo en ningún caso los 10 ó 20 años que técnicamente es posible, ha tenido que dar marcha atrás en su decisión de manera tan vergonzante? Pues porque no hay otra opción: ahora mismo, y durante muchos años, no podemos prescindir de la energía nuclear que, con tan sólo ocho centrales en funcionamiento, cubre el 20% de la demanda energética española.

Como el tema energético es un asunto de mucha, muchísima enjundia, no es cuestión de despacharlo en un único post, así que amenazo con una de mis larguísimas series temáticas. En esta primera entrega sólo pretendo llamar la atención sobre lo ridículo que resulta mezclar las supuestas ideas políticas con la  Ciencia. Porque vale que cuando nuestros actuales dirigentes iban al instituto o a la universidad a estudiar Derecho o Económicas y acudían a «manis» antinucleares (entonces aún no se llamaban «manifas») pudieran creer en un mundo futuro dónde sólo habría energías limpias y donde el viento y el sol iban a ser suficientes para cubrir nuestras necesidades energéticas, pero la realidad es la que es y hay que asumirla. Y para ello hay que quitarse en primer lugar las orejeras ideológicas. Esas mismas que también han pervertido el debate sobre el cambio climático y la importancia de la actividad humana en el mismo, de modo que hoy en día si uno se considera de izquierdas no es ya que tenga que creer ciegamente en el dogma, sino que tiene que hacer ver que «se opone al cambio climático» (grotesco, pero cierto), mientras que si se dice, o le dicen, de derechas (hay más sedicentes izquierdistas que derechistas, muchos más), ha de mostrarse, como mínimo, escéptico, en la línea del expresidente de la República Checa Vaclav Klaus, del de España, José María Aznar y del aspirante a lo mismo, Mariano Rajoy, apoyado o no por su primo.

(Continuará)

Sobre la polémica de los apellidos

Mi querida amiga Yoli, fiel seguidora de mi blog (eso dice, luego le voy a poner un examen a ver si es verdad) me pide que escriba sobre la polémica de los apellidos que tanto juego ha dado estos días, uno de esos debates de altura que tanto nos entretienen a los españoles, siempre preocupados por las cosas importantes de la vida. La verdad es que no le había hecho mucho caso hasta ahora, ocupado como estaba con cosas serias de verdad como recolocar mi colección de tebeos de Spiderman y rellenar los saleros de mi casa, así que he procurado leer un poco al respecto, a ver cuál era el problema.

Resulta que el Gobierno ha propuesto una ligera reforma en el Código Civil, de modo que los padres decidirán el apellido de sus hijos y, en caso de disputa, primará el orden alfabético. A mí lo primero no me parece mal. Es más, tampoco me parecería mal que primara el apellido de la madre, que con toda seguridad lo es, mientras que el padre tiene una alta probabilidad de no serlo y por tanto la asociación apellido-genes no es real en muchos casos. Pero muchos, muchos, ¿eh? En Inglaterra se hizo un estudio genético hace unos años y resultaba que un porcentaje altísimo  de los supuestos padres no lo eran (creo que el valor estaba en torno al 30%, pero ahora no encuentro el estudio y puede que esté exagerando un poco). En España no sé si ha hecho algo así, aunque si se hicera seguro que saldrían valores mucho más bajos, que las españolas son todas unas santas, sobre todo mi madre y hermanas. En cualquier caso, casi mejor no hacer ese estudio en España. Por si acaso.

Lo que sí me parece un error, aunque no demasiado grande, es lo de recurrir al orden alfabético en caso de conflicto. He leído por ahí, aparte de los chistes sobre la desaparición de los Zapatero y el auge de los Aznar y los Aguirre, que un matemático ha calculado que con tiempo suficiente todos los españoles acabaríamos llamándonos Abad Abad. Lo que no sé es a qué llama ese señor «tiempo suficiente». ¿Se refiere a miles de años? ¿Millones tal vez? ¿Sería para antes o para después de la extinción del sol? También los matemáticos dicen tonterías, qué se le va a hacer.

El caso es que ese pequeño error se puede subsanar fácilmente, proponiendo por ejemplo el sorteo entre los apellidos. Porque no olvidemos que lo del cambio del orden de los apellidos no es una novedad, ya lleva bastante tiempo siendo posible. Yo mismo conozco varios casos, por ejemplo el de una madre divorciada que le cambió a su hijo el orden de los apellidos y ahora el primero es el de ella, o el de uno que para su disgusto se apellidaba Borrego de primero, solicitó cambiar el orden y se lo concedieron. También conocí a uno que se llamaba López López y cambió el orden de sus apellidos pero nadie se dió cuenta.

En fin, chistes aparte (lo siento, no puedo dejarlos aparte), lo que a mí me gustaría es que cuando el Gobierno cierra una central nuclear o prorroga el ciclo de vida de otra, cosas verdaderamente vitales para el conjunto de los ciudadanos españoles, corrieran los mismos ríos de tinta o de bits que cuando sale a la luz una chorrada de éstas, que si la ministra de Igual-da ha dicho «miembra», que si el alcalde de León ha dicho no sé qué grosería de Leire Pajín, que si Blanco se ha operado de la miopía, en fin… ¿para qué seguir? Y más haciendo un día tan estupendo para pasear por el campo.

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8 respuestas a ¿Nucleares? Sí, gracias (1ª parte) [Y lo de los apellidos]

  1. Miguel dijo:

    Fuente: Carlos Herrera

    Un señor llamado Juan Mierda va al registro civil a cambiarse de nombre. El funcionario comprende de inmediato las razones de este ciudadano para el cambio.
    -¿Cómo quiere llamarse ahora?- le pregunta.
    -Manuel, igual que mi padre-

    • alexroa dijo:

      Si es que nos ponen los chistes a huevo. En El Mundo aparecía una viñeta con el Rey acudiendo al Registro Civil para pedir cambiar el orden de sus apellidos. Y digo yo, ¿si se los cambiara se llamaría Juan Carlos y Borbón de Borbón?

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  3. Jose dijo:

    Lo que nos recuerdas de la doble vara de medir, Garoña no – Almaraz sí, es de lo más sangrante; o ya ni siquiera, porque estos tipos baten sus propios records de ineptitud cada poco, y a saber por dónde andará ahora el listón de su estupidez. Estupidez grandemente recompensada por otra parte, porque como bien apuntas, semejante contradicción no ha merecido ni un minuto de los noticiarios, tertulias y demás rincones mediáticos, sin distinguir entre los de la secta, los de la caverna o los parroquiales. Entonces te planteas si realmente es que nos merecemos todo esto. Que no damos más de nos. (La mañana es gris, llueve, y probablemente eso influya en el optimismo que rebosa mi comentario)
    Sobre la nueva genialidad en el asunto de los apellidos: dudo que en plazo no muy lejano sea suficiente con la sola palabra del padre para que en el registro civil anoten el nombre y apellidos del recién llegado, pues si con este nuevo método se persigue, tal como se ha dicho, el fin de la desigualdad de género (que Alá me confunda por usar la palabreja), dejar tan poderosa herramienta para su consecución en manos del malvado varón sin control alguno sería toda una contradicción, otra más.
    Si en las oposiciones hay sorteo para decidir la letra que inicie la lectura de los exámenes, algo parecido habrá que pergeñar para esta nueva vía, bien sean sorteos anuales, mensuales, o diarios: suficientes lumbreras habrá que lo resuelvan en el ministerio correspondiente (¿interior?, ¿sanidad por incluir igualdad?).

    • alexroa dijo:

      Como la estupidez tiene principio, pero no fin, el PNV ha propuesto que se de prioridad a los apellidos menos corrientes para «salvaguardar la diversidad cultural» (sic). Así que, de prosperar la propuesta (quizá lo consigan durante la negociación de los próximos Presupuestos Generales del Estado) dentro de unos miles de años, nos llameremos todos Zurrizarragabeitia, Eskaralakakatua y cosas así. Espero haberme extinguido antes …

  4. manuel ruiz dijo:

    Sobre los apellidos: Yo tengo dos apellidos indudablemente nobles y poco frecuentes. «Ruiz» de primero y «López» de segundo. Mi Señora Dña. María, por el contrario, ostenta otros dos de la máxima vulgaridad: «Fernandez de Castro» (con origen creo en la Castilla del S.XI) y , de segundo, «Pombo», por descendiente de los Marqueses de Santander (allí todo es Pombo, menos Pumby -¡joer, qué viejo soy!-). Nuestros hijos, de una forma totalmente grosera y derechona, se apellidan Ruiz Fernadez de Castro.
    Y yo me pregunto, puestos a enredar, ¿por qué hemos de limitar el follón a los primeros de ambos? ¿Y si los queremos llamar Fernadez de Ruiz y Pombolope de Castro? ¿Y si optamos por el tercero de mi bisabuela, que aún podríamos conocer precisamente porque se mantienen unas líneas directas en la transmisión?. ¿Quien habría de impedirme que diera a mi descendencia una nota de lustre apellidándola, por ejemplo, Churchil de Pajín?.
    No he oido hablar a nadie de la ventaja que un sistema como el actual puede tener para historiadores, investigadores y genealogistas, por cierto.
    (PD.- Y ojo con lo de las paterinidades. Conocí un caso en tribunales, verídico, lo juro por mis churchilpajines, en el que un padre dudaba de la paternidad de uno de sus tres hijos. El juez, con aquello de no discriminar a ninguno de ellos ni atentar contra su igualdad e intimidad, ordenó la práctica de la prueba de paterinidad a los tres. ¿Resultado?: ¡El horror, el horror!, ninguno de los tres era suyo. ¡Eso por enrredar!)

    • alexroa dijo:

      Si ya decía yo que es mejor no querer saber … Y que todas las españolas son unas santas … mientras no se demuestre lo contrario.

      (Por cierto, que yo también recuerdo al gato Pumby, que leía en mi primera infancia, que debe de ser más o menos cuando tú acabaste el Quadrivium)

  5. manuel ruiz dijo:

    Pido disculpas por enRedar doblemente con la r en la última palabra.

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