Reflexiones tras las elecciones. Capítulo 1: De cómo un pequeño pero coherente partido se abre paso entre innúmeras dificultades


Ha pasado ya una semana y aún continúan llegándome felicitaciones (en persona o por teléfono, SMS, email, Facebook o Twitter, que hoy en día las posibilidades son casi infinitas) por el éxito del pasado domingo 22.  Felicitaciones que, según me parece, en muchos casos no están motivadas tanto por el modesto éxito personal y de los compañeros de Guadarrama al haber conseguido representación en nuestro Ayuntamiento, sino por el triunfo colectivo de UPyD, el partido revelación de las pasadas elecciones municipales y autonómicas. Un partido que empieza a ser percibido de modo muy positivo por una parte aún minoritaria de la ciudadanía. Pero, sobre todo, que empieza a ser conocido y distinguido de los demás por una gran mayoría.

Y es esto último lo que resulta realmente satisfactorio, el haber superado la barrera del desconocimiento de nuestro partido por parte del gran público. Probablemente hemos aparecido más en los medios durante la pasada semana que durante los tres años anteriores, incluyendo los quince días de la campaña electoral. Una campaña que hemos tenido que desarrollar con unos recursos que no están en proporción con los votos que tiene UPyD, pues si en ese aspecto estamos más o menos en relación de 1 a 10 con los partidos grandes (UPyD se mueve a nivel nacional entre el 3% y el 4% mientras que PP y PSOE suelen estar entre el 30% y el 40%), en el de los recursos económicos la proporción es bastante superior, aunque de difícil cálculo, pues los grandes partidos no hacen público el coste de sus campañas (UPyD ha gastado 1,2 millones de € en toda España). Y en cuanto al espacio dedicado en los medios de comunicación … mejor no intentar hacer cuentas. Como es bien sabido, la mayoría de ellos tiene sus preferencias muy claras, su «bando» bien definido, y no les va nada bien que los ciudadanos conozcan la existencia de otros partidos que no sean los dos predominantes.

Quizá por ignorar esto, aunque debería ser más que evidente, hay mucha gente que nos reprocha que no se nos ve, que no salimos en los medios. Lo que se llama echar sal en la herida, vaya. Como si no saliéramos en los medios porque no nos da la gana o porque ignoremos su importancia. O como si no empleáramos en las campañas electorales todos los medios a nuestro alcance, pagados de nuestros propios bolsillos.

Pero aún así, a pesar del ninguneo mediático, hemos conseguido salir adelante. Gracias en gran parte a ese moderno y democrático medio de comunicación que es internet, y también a ese antiguo y no menos democrático medio conocido como el «boca a boca», hemos superado la barrera del silencio a la que están abocadas todas las propuestas políticas que no se encuentren entre las establecidas, aquellas que durante los primeros diez o quince años del actual régimen democrático consiguieron adueñarse de todo el pastel y que desde entonces no han querido compartirlo con nadie, los dos grandes partidos nacionales y unos cuantos partidos nacionalistas, con el acompañamiento de una Izquierda Unida que sube y baja en votos como si viviera en una montaña rusa, pero que por lo general no deja de actuar como una comparsa del PSOE o de los partidos nacionalistas «de izquierdas» (sic) allí donde tienen más poder.

En una entrevista que me hicieron en una radio local durante la campaña electoral, el locutor, que acababa de entrevistar al candidato del PP a la Alcaldía de Collado Villalba, me presentó diciendo que tras la charla con Goliat íbamos a tener otra con David. Yo le contesté diciendo que me satisfacía mucho la comparación, pues es bien conocido cómo acabó el debate entre David y Goliat. Y es que entonces, hace unos miles de años, los debates se resolvían a lanzazos o a pedrada limpia. No como ahora que se emplean unas armas mucho más sucias, como hemos podido comprobar durante la reciente campaña.

Pero pensándolo bien no me parece tan buen símil el de David y Goliat, y desde luego mucho menos acertado que el de la piragua entre dos portaaviones, copyright de Pedro Ruiz, al César lo que es del César. Al fin y al cabo, aunque David fuera un pastor adolescente armado sólo con su honda y Goliat un feroz guerrero fuertemente armado de «seis codos y un palmo» de estatura, o sea, unos tres metros y medio, el doble de un hombre normal, cada uno de ellos iba acompañado del correspondiente y numeroso ejército, el de los israelitas con David y el de los filisteos o palestinos con Goliat (hasta ese día eran los filisteos los que solían ganar a los israelitas pero desde entonces y hasta ahora ya sabemos quién puede más).

Para que la comparación fuera más ajustada tendría que haber no uno sino dos Goliats, el diestro y el siniestro, cada uno con su correspondiente ejército, mientras que a David le tendría que acompañar un puñado de soldados a tiempo parcial, que «todos tenemos nuestros trabajos y dedicamos a esto el tiempo que podemos, ¿eh?». Y no sólo eso, sino que habría que quitarle la honda y atarle con ella las manos, algo de lo que podrían encargarse los cronistas de «El Diario de Jerusalén», «La Voz de Babilonia» y demás medios de comunicación de Oriente Próximo.

Y así, tras la paliza a cuatro manos por parte de los dos Goliats, y a pesar de los heroicos esfuerzos de David que consigue dar un par de mordiscos al Goliat siniestro y otro más al diestro, aún habría que oir al corrillo de espectadores congregado en torno a la pelea:

– «¡Si es que no se te ha visto, David!»

– «¡Si es que tus adversarios están mucho mejor preparados!»

– «¡Si es que no sales en los medios!»

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4 respuestas a Reflexiones tras las elecciones. Capítulo 1: De cómo un pequeño pero coherente partido se abre paso entre innúmeras dificultades

  1. Antonio dijo:

    ¡Me ha encantado los de los cronistas del Oriente Próximo y los comentarios de los espectadores! Tal cual ha sido, con menos diferencias de lo que muchos piensan…

  2. Luis Miguel dijo:

    Innúmeras… y te habrás quedado tan tranquilo…

    Has de saber que en la RAE sacrifican palabras en desuso. El procedimiento establece que cuando hace más de un año que nadie ha usado una palabra, la acaban sacrificando con un ritual que arranca de la primitiva magia propiciatoria romana: escriben la palabra en un post-it azul (a ser posible) y luego la pasan por el triturador de papel mientras un académico canta solemnemente «Caanda Farnanda Saptama Asaba Pantalan…» y todas su declinaciones…

    Pues bien, he sabido que «innúmeras» era la palabra elegida para sacrificar el pasado día 30… así que puedes estar orgulloso de otra hazaña…

    Y no, no me he tomado hoy mi medicación…

    Saludos

    Luis

    • alexroa dijo:

      Caramba, entonces he sido un superhéroe de las palabras sin saberlo. Aunque lo que me gustaría de verdad es restablecer la dignidad de la humilde conjunción adversativa «sino», que ya no la respeta nadie salvo quizá Pérez Reverte y Muñoz Molina. Prácticamente nadie la usa de modo correcto «si no» que la escribe dividida en dos. Esta es una cuestión que me quita muchas noches de sueño, pero una vez que los de UPyD hayamos salvado el Mundo (el de Pedro J. no, el otro) espero encontrar un rato para ponerme con ella.

      Saludos y hasta la próxima

      (Y no, yo tampoco me he tomado mi medicación)

  3. Alicia dijo:

    Me ha encantado tu comentario y efectivamente UPyD se va conociendo cada vez más. Al menos yo cuando hablo del partido veo iluminarse muchas caras y también muchos que me dicen que han votado por él, por lo menos ya no es un desconocido. Por cierto no soy Alicia pero no consigo cambiarlo, parece que ella tiene más fuerza que yo

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